SALUD & BIENESTAR

Qué son las várices y cómo combatirlas


Las várices, un padecimiento crónico muy frecuente, en especial entre las mujeres, representan no solo un problema estético, sino, también, un factor que afecta la calidad de vida de las personas. En esta ocasión vamos a profundizar acerca de esta afección y lo que hay que hacer para combatirla.

Las várices son dilataciones o alargamientos de las venas producidas por una alteración en sus válvulas, lo que genera dificultades en el flujo habitual de la sangre. Por lo general, están ubicadas en el sistema venoso superficial de las piernas, aunque también se pueden manifestar en otras partes del organismo como el esófago, los testículos o en la región anal.

Este padecimiento es crónico por lo que, aun cuando se efectúe un tratamiento efectivo, es probable que al paciente se le vuelvan a manifestar otras venas afectadas. Por ello, es recomendable la prevención con el fin de evitar que aparezcan nuevas venas dilatadas.

Factores de riesgo para la aparición de las várices

Dentro de los factores que desencadenan la aparición de várices, el factor genético es el más relevante; ciertas personas con predisposición genética cuentan con altas probabilidades de padecer várices.

En cuanto al sexo, son las mujeres las que tienen una mayor predisposición a tener várices, aunque los casos de varones con válvulas venosas deficientes han ido en aumento en los últimos años.

El paso del tiempo también es un factor de riesgo para la aparición de várices; así, una gran parte de la población mundial mayor de 70 años tiene várices en las piernas. No obstante, este problema también puede afectar a los jóvenes desde la adolescencia.

Otros factores de riesgo son la obesidad, la falta de actividad física, el uso de anticonceptivos, el ocupar puestos laborales en los que se requiere pasar varias horas del día sin sentarse, como es el caso de los mozos o azafatas, y en el embarazo, ya que más de la mitad de las mujeres en periodo de gestación sufren de várices.

El desarrollo secuencial de las várices

Generalmente, el avance de las várices se produce de forma secuencial o progresiva. Al principio, van apareciendo dilataciones poco intensas, pudiendo ser visualizadas a simple vista. Esta manifestación no genera síntomas destacables.

En una etapa más avanzada, las personas que padecen várices empiezan a sentir cansancio y molestias en las piernas luego de haber estado varias horas de pie o tras haber realizado una larga caminata. Además, se presentan los primeros dolores y se produce la inflamación de los tobillos y las pantorrillas. Muchos pacientes manifiestan, también, calambres frecuentes y picazón en el área afectada.

La tercera etapa se manifiesta con los cambios en la coloración de la piel, endurecimiento y cierto nivel de atrofia. por lo general, el área afectada suele ser la parte interna de las piernas. En los casos más complicados, se produce úlcera cutánea en la parte interna del tobillo además de otras complicaciones más graves.

Los tratamientos más efectivos contra las várices

La mayoría de los tratamientos contra las várices son, en la actualidad, poco invasivos y tienen una alta tasa de éxito. La intervención quirúrgica no representa mayor complejidad y es de bajo riesgo, siendo una de las alternativas más efectivas hasta el momento. Los avances en este campo permiten efectuar un procedimiento seguro y adecuado para el control de las várices.

No obstante, existen otras intervenciones quirúrgicas más complejas que precisan de acciones más invasivas, cuyos tratamientos post operatorios suelen ser mucho más prolongados para la recuperación del paciente. Estos procedimientos son recomendados en los casos más complicados, por lo que un buen plan de prevención de várices es esencial para disminuir la probabilidad de llegar a este estado.

En líneas generales, el médico especialista es el encargado de evaluar la condición del paciente y de determinar cuál es el tratamiento más adecuado para su caso, así como el número de sesiones que serán necesarias para llevarlo a cabo. El diagnóstico por imágenes y una evaluación dermatológica detallada son claves para un correcto análisis.

Uno de los tratamientos más comunes para las várices es el tratamiento esclerosante, que consiste en la inyección de una sustancia química especial dentro de la vena, con el fin de alterar su pared y anular la várice. Es importante tener un cuidado especial con la piel y no exponerla a los rayos solares ya que puede producir su pigmentación.

La escleroterapia con espuma es un tratamiento muy parecido al esclerosante tradicional, pero con mejores resultados para venas más grandes. En esta intervención, se introduce una solución esclerosante jabonosa, como el polidocanol, que sella los conductos venosos que están dilatados.

Existen otras técnicas que se basan en la fototerapia, como el láser transdérmico, que consiste en la aplicación de un rayo de luz monocromática que convierte la variz en un pequeño hilo para la posterior reabsorción del cuerpo. Es ideal para tratar várices más pequeñas y es un procedimiento muy rápido en comparación a otras técnicas.

Cuidados posteriores a una intervención

Generalmente, estos tratamientos son efectuados durante varias sesiones ambulatorias con la aplicación de anestesia local y no requieren de internación. En el caso de intervenciones quirúrgicas, el vendaje se retira dos días después de la operación y el paciente estará en condiciones de volver a sus actividades con total normalidad. El especialista recomienda evitar cualquier práctica deportiva por, al menos, un par de semanas más y no exponerse al sol durante los siguientes dos meses.

Es probable que durante el proceso post operatorio se presenten algunos hematomas o endurecimientos en el área afectada, que son reabsorbidos y subsanados por el mismo organismo en el transcurso de algunas semanas.

La prevención es fundamental para evitar cualquier tipo de complicación con las várices. Por ello, se recomienda realizar actividad física constante, aunque sin exigir demasiado al cuerpo. Los especialistas exhortan a efectuar caminatas diarias de 30 minutos, a fin de impulsar la dilatación de las várices con los propios músculos de las piernas.

Además, es fundamental mantener controlado el peso corporal, evitando el sobrepeso y la obesidad. Disminuir el consumo de grasas y el exceso de carbohidratos es esencial para conseguirlo.

Otras recomendaciones como evitar la ropa excesivamente ajustada, controlar los posibles trastornos hormonales y realizarse masajes periódicos, son de gran ayuda para prevenir el desarrollo de várices.

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